La investigación sobre la procedencia del cuadro de Vermeer, llevó a los aliados hasta el banquero y marchante de arte de los nazis Alois Miedl quien, tres años antes, había adquirido el lienzo al pintor Han Van Meegeren, el cual fue arrestado y acusado de colaboracionista y de expoliar el patrimonio cultural holandés. Ante el oscuro futuro que se le planteaba, Van Meegeren confesó haber vendido a los nazis, en realidad, una obra suya: una falsificación de Vermeer. En el juicio de finales de 1945, y para demostrar su "inocencia", Van Meegeren pintó ante el tribunal su último "vermeer": "Cristo entre los doctores". Aunque fue liberado a principios del año siguiente, en 1947 se le condena a un año de prisión por falsificación y fraude, pena que no llega a cumplir, ya que fallece a finales de ese mismo año por un ataque cardíaco.
Van Meegeren, pintando ante el tribunal
Pero, un "Vermeer" no se falsifica de cualquier forma. Para que la pintura "sea" y no "parezca", no sólo hay que imitar el estilo del pintor sino hay que tener en cuenta otros aspectos que no pasarán por alto los especialistas. Para empezar, la tela debe ser de la época, en el caso de nuestro falsificador, nada menos que del siglo XVII. Hasta el s.XIX no se comienzan a tejer telas mediante un proceso industrial que hace que la trama y urdimbre sea homogénea. Así, tendríamos que adquirir un lienzo de esa época, eliminar la pintura y preparar la tela con una imprimación empleando siempre los materiales del siglo XVII. Hasta aquí, la cosa no es demasiado complicada ni excesivamente cara, teniendo en cuenta el beneficio. Sin embargo, la adquisición de los pigmentos para realizar los colores es otro asunto. Actualmente, la mayoría de pigmentos empleados son de origen químico, un adelanto con el que no contaba Vermeer. La obtención de pigmentos como el blanco de plomo o el lapislázuli es particularmente complicada, sobre todo la de éste último ya que es una piedra preciosa originaria de las montañas de Afganistán. Una vez conseguidos los materiales (pinceles del mismo pelo del empleado por Vermeer incluidos) y finalizada la obra con su correspondiente protección de barniz del siglo en cuestión, hay que envejecerla convenientemente. Para ello, Van Meegeren, endurecía sus lienzos horneándolos hasta 120º para, una vez pasados por un rodillo, conseguir el craquelado que el tiempo provoca en el óleo. Finalmente -y para imitar el oscurecimiento que provoca la oxidación del aceite- lavaba las pinturas con tinta china. Pero, el uso de ciertos productos químicos que empleó para asegurar la antiguedad, le delató para su ingrata fortuna.
Una historia tan interesante no ha pasado sin su interpretación cinematográfica. Os traigo dos vídeos de la película "Incógnito" de 1997, donde se le encarga una obra de Rembrandt a un falsificador estadounidense. El primer vídeo recoge cómo realiza la falsificación y, en el segundo se dramatiza el juicio de Van Meegeren si bien, como un final distinto. Éstos dos vídeos son lo mejor de la película, ya que, y entre otras cosas, para dar más credibilidad a la falsificación, el "rembrandt" es descubierto en una granja española, donde sus pobrecitos habitantes acceden de buen grado a las maquinaciones de los estafadores para poder "comer caliente" ese día (si podéis ver la cinta, fijaros en una escena del final, donde el protagonista envía una carta a la granja; ved bien el texto del sobre :P ). Además, y para arreglar la visión sobre los especialistas hispanos, la falsificación de Rembrandt (que tampoco se han esmerado mucho que digamos) termina colgada de las paredes del ¡Museo del Prado!, "¡casi ná!".
2 comentarios:
Hola, soy profesor de Arte y estoy interesado en poder mostrar este vídeo a mis alumnos. Recuerdo que vi la película en su momento y resultó ser bastante ilustrativo.
Muchas gracias.
Gracias a ti por el comentario. Espero que disfruten tus alumnos.
Un saludo
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