jueves, 21 de enero de 2010

EL POZO Y EL PÉNDULO


"...el laberinto tiene algo muy curioso porque la idea de perderse no es rara, pero la idea de un edificio construido para que la gente se pierda (...) es una idea rara". Además, añade el genial Jorge Luis Borges: "que se pierda la gente y se pierda el lector, esa es una idea rara, por eso he seguido siempre pensando en el laberinto...". Si añadimos al laberinto una suerte de escaleras, puentes y túneles oscuros con multitud de elementos bastante sombríos como en los grabados de Piranesi (1720-1778), nos podemos perder en un mundo verdaderamente aterrador. En los oscuros pasadizos sin destino de sus estampas, los surrealistas vieron el interior de la mente humana, aunque quizás sea, en bastantes ocasiones, más tortuosa y oscura que las prisiones del artista veneciano.
Aunque la idea sea rara, no deja de ser fascinante. Piranesi realizó la primera parte de sus "Carceri d'Invenzione" en 1745, con 25 años. Arquitecto y, sobre todo, magnífico grabador ya que se le conoce por sus series de grabados de antiguos monumentos romanos y sus estudios teóricos sobre la arquitectura y perspectiva. De hecho, solo construyó un edificio, que sepamos: Santa María del Priorato en Roma, donde está enterrado. A pesar del nombre del templo, no tiene nada que ver con las aventuras del profesor Robert Langdon.

La atmósfera ilustrada por el grabador veneciano ha influenciado a gran número de artistas y escritores, como el complejo y torturado Edgar Allan Poe, de cuyo relato he tomado prestado el título para la entrada y donde un atormentado presidiario de la Inquisición da con sus huesos en una prisión toledana. Es sometido a las más crueles torturas, muchas de ellas -al igual que los grabados del italiano- fuentes de inspiración para el cine de terror como ese péndulo afiladísimo que, suspendido de un techo de altura inconmesurable, baja y baja sin cesar tranquilamente con oscuras intenciones. Menos mal que nuestro pobre amigo -que consigue librarse ingeniosamente del tormento- es rescatado a última hora cuando estaba a punto de sucumbir ante un sombrío abismo, al estrecharse unos increíbles muros de metal incandescentes.
Aunque relato de Poe está (en mi opinión) dedicado a los que sufren los horrores de la tortura, el tema del laberinto (que nos ocupa) está presente. Nos podemos imaginar a nuestro protaginista en una celda, previsiblemente subterránea, en el mismo centro del laberinto o, quizás, es él el verdadero centro. Piranesi ilustra los relatos de Poe y Borges donde se refleja la soledad, la incomunicación, el infinito y lo laberíntico y absurdo del comportamiento humano.
Curiosamente, las primeras manifestaciones del tema del laberinto pueden simbolizar un camino de iniciación. Si lo asociamos a la religión, sería el camino que debe de recorrer el creyente hasta encontrarse con su Creador, como puede ilustrar el famoso laberinto de la catedral de Chartres:


Ya en el Renacimiento, el laberinto se torna antropocéntrico, conectando tanto con las estampas de Piranesi como con los relatos de los dos escritores americanos. El desasosiego que inspira el laberinto es, en nuestra vida diaria, más común de lo que podíamos imaginar. Por ejemplo, cuando estamos en una ciudad distinta y desconocemos su trazado... Actualmente, además de nuestros propios laberintos internos con sus "fantasmas", tenemos el, quizás, mayor laberinto creado jamás: Internet. Con el hipertexto y su forma más habitual: el hipervínculo o referencias cruzadas automáticas, que nos hacen ir de un lugar a otro en un espacio que bien puede ser más terrorífico que el ilustrado por Piranesi, el espacio virtual. Aunque también, después de haber salido airoso tras enfrentarse a él y gracias a una mano amiga como el presidiario de Poe, se puede -creo ingenuamente- llegar a intuir algo de su magnitud.

Para terminar, os traigo algunas ilustraciones inspiradas en las estampas de nuestro amigo Giovanni Battista Piranesi:

M.C. Escher, "Relatividad" (1953)

Fotograma de la película "Blade Runner" (1982)

Las escaleras móviles del "cole" de Harry Potter

Modelo del laberinto de "El nombre de la Rosa" (1986). Curiosamente, Umberto Ecco homenajeó a Borges en la figura del venerable bibliotecario Jorge de Burgos, además de hacer varias referencias a "La biblioteca de Babel".