"...el laberinto tiene algo muy curioso porque la idea de perderse no es rara, pero la idea de un edificio construido para que la gente se pierda (...) es una idea rara". Además, añade el genial Jorge Luis Borges: "que se pierda la gente y se pierda el lector, esa es una idea rara, por eso he seguido siempre pensando en el laberinto...". Si añadimos al laberinto una suerte de escaleras, puentes y túneles oscuros con multitud de elementos bastante sombríos como en los grabados de Piranesi (1720-1778), nos podemos perder en un mundo verdaderamente aterrador. En los oscuros pasadizos sin destino de sus estampas, los surrealistas vieron el interior de la mente humana, aunque quizás sea, en bastantes ocasiones, más tortuosa y oscura que las prisiones del artista veneciano.
Ya en el Renacimiento, el laberinto se torna antropocéntrico, conectando tanto con las estampas de Piranesi como con los relatos de los dos escritores americanos. El desasosiego que inspira el laberinto es, en nuestra vida diaria, más común de lo que podíamos imaginar. Por ejemplo, cuando estamos en una ciudad distinta y desconocemos su trazado... Actualmente, además de nuestros propios laberintos internos con sus "fantasmas", tenemos el, quizás, mayor laberinto creado jamás: Internet. Con el hipertexto y su forma más habitual: el hipervínculo o referencias cruzadas automáticas, que nos hacen ir de un lugar a otro en un espacio que bien puede ser más terrorífico que el ilustrado por Piranesi, el espacio virtual. Aunque también, después de haber salido airoso tras enfrentarse a él y gracias a una mano amiga como el presidiario de Poe, se puede -creo ingenuamente- llegar a intuir algo de su magnitud.
Para terminar, os traigo algunas ilustraciones inspiradas en las estampas de nuestro amigo Giovanni Battista Piranesi:
M.C. Escher, "Relatividad" (1953)
Fotograma de la película "Blade Runner" (1982)
Las escaleras móviles del "cole" de Harry Potter
Modelo del laberinto de "El nombre de la Rosa" (1986). Curiosamente, Umberto Ecco homenajeó a Borges en la figura del venerable bibliotecario Jorge de Burgos, además de hacer varias referencias a "La biblioteca de Babel".
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