Estamos en 1724. Después de una larga guerra de sucesión, España comienza una nueva etapa con la instauración de una antigua dinastía: la Casa de Borbón. La Catedral de Sevilla no atraviesa su mejor momento económico cuando el Cabildo Metropolitano se embarca en la empresa más ambiciosa y costosa que, hasta la fecha, había emprendido respecto a su actividad musical: la construcción de los dos grandes órganos de coro. En la construcción del instrumento intervienen Fray Domingo de Aguirre, Diego de Orio y Francisco Ortíguez, prestigiosos constructores y organistas que se van sucediendo en la dirección de tan ambicioso proyecto. Las obras, que se prolongarían hasta 1739, finalizan con el fabuloso coste de ciento ochenta mil ducados (aproximadamente un millón seiscientos veinte mil euros de hoy). Lo que no está nada mal para un templo emprobrecido por la guerra, pero que, el Cabildo, justifica para garantizar -al menos por unos años ya que los instrumentos se sustituyen en 1779- el nivel de dignidad y solemnidad del culto acorde con el rango y categoría del templo hispalense.
Dentro de los costes se incluyen las dos magníficas cajas que guardan los instrumentos. El arzobispo D. Luis Salcedo (quien sufragó la mitad del proyecto) las quería "igual a las grandes alajas de esta Sta. Iglesia". El maestro carpintero Luis de Vilches y el escultor Pedro Duque Cornejo dan forma a los dos enormes muebles de, aproximadamente, 9 metros de ancho por 30 de alto convirtiéndose desde su finalización en una de las muchas joyas que atesora la Catedral.
Las grandes cajas han acogido a varios instrumentos, los actuales -con varias reformas- datan de 1903 después de la reconstrucción del pilar que se colapsó en la restauración de 1888 (a la izquierda de la imagen) que motivó tanto la construcción de un nuevo instrumento como la sustitución (un tanto polémica) de su hermano gemelo que no había sufrido daños, aunque sí necesitaba una "puesta a punto". Actualmente, el órgano se restauró e informatizó en 1995 y el Cabildo revisa unas tres o cuatro veces al año los grandes instrumentos invirtiendo unos 12.000 euros cada vez. Desde 1960, el encargado de su cuidado es el padre José Enrique Ayarra Jarne, gran organista e historiador del patrimonio musical hispalense. En este sentido, os recomiendo su libro sobre los órganos: "Historia de los Grandes Órganos de Coro de la Catedral de Sevilla" publicado por el Ministerio de Educación y Ciencia en 1974.
Bien, hasta aquí la historia de tan singular instrumento musical. Es impresionante estar paseando por las interminables naves de la gran Catedral y escuchar los ensayos del padre Ayarra. No recuerdo la primera vez que lo escuché. Pero si recuerdo la fotografía que aparecía en mi libro de texto de música de 1º BUP (3º ESO actualmente). La fotografía era muy parecida a la que encabeza esta entrada y me inspiró para acometer mi particular versión del instrumento catedralicio. En una de las audiciones de las clases de música (creo recordar que era "Romeo y Julieta" de Prokófiev) empecé a dibujar el órgano... Poco a poco, la "criatura" creció y creció hasta alcanzar los 16 folios que hoy posee. Aunque inconcluso desde hace muchos, muchos años, hoy lo he rescatado y fotografiado:
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